jueves, 29 de septiembre de 2011

decálogo de una venus de milo granulado

El tema de la gordura lo tomo más como una muestra de los ancestros que debían sobrevivir largos periodos de postguerra , yendo más atrás a épocas de sequía, yendo mas atrás a épocas donde no habían venados para cazar y el cuerpo se aferraba a la grasa como un camello no dejaría sus jorobas sólo porque fuera mal visto tenerlas.
Desde chica me ilusionaba el moemnto en que aparecerían mis caderas, y desprovista de los brackets y las pecas, saldría de mi cascarón para ser un cisne con las caderas de Sofia Loren.Lo cierto es que los brackets se fueron , las pecas siguen aquí y las caderas no forman parte del biotipo de mi mezcla. Pero las generosidades se dejan notar en las extremidades de una manera que me agrada y define, en la barriguita de venus de milo junior, de leche con milo para ser más exactos.Hay días en que me siento demasiado gorda para salir a la calle vestida como quisiera y me cubro con colores que no me representan en telas que me desdibujan,siento que me derrito en cada respiración y me incomoda sentir los pliegues de piel que casi hacen explotar los botones, sé que es una exageración, aunque más que eso un discurso aprendido de fobia al volumen. Decido dejar la desproporción de esas preocupaciones homogeneizantes que rondan la conversación femenina. Decido imponer el jucio de mis volúmenes a ser recipientes y pantallas de proyección de mi importantísima sensualidad, vitalidad, despreocupación, espontaneidad y alegría . No condicionaré mi sociabilidad o estado de ánimo a las mínimas variaciones de un aparato electrónico que esclaviza multitudes. Si en algo puedo ser original, que sea principal y fundamentalmente en la propia construcción de mi autoestima al nivel más físico y básico. Yo no soy como nadie más y por lo tanto no es lógico compararme con nadie más, ni siquiera conmigo misma en el pasado. Cada 24 horas la regeneración celular asegura que seamos una nueva versión de nuestros antiguos tejidos.

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