jueves, 29 de septiembre de 2011

Cuando te veo en mi memoria te edito de tal forma que no tienes el más mínimo defecto, te quise tanto que en la memoria de mi ilusión por ti mejoré tu material genético y pude retocar esas arrugitas que formas al poner cara de malo, ceniendo el fruño o frunciendo el ceño. También le saturé un poco la mezcla a tus semitonos de manera que las sombras que tus concavidades forman te suspenden entre la luz y la oscuridad, estatua himno de la objetividad subjetiva en mis recuerdos.

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